Una vez más, la realidad supera a la ficción. Empezó de manera fulminante en China, llegó con fuerza a Europa y al mundo en 2020, continuó en 2021, y ahora seguimos padeciendo sus consecuencias en 2022 con sus diferentes variantes. Este relato que suena a película de ciencia-ficción ha sido una realidad que ha traspasado nuestra alma. La covid-19 ha convertido una cuarentena en una pesadilla de varios años sucesivos, sin solución de continuidad, con millones de personas infectadas, con más de cien mil muertos en España y con demasiadas secuelas para todos.

 

Para empezar, el daño en la salud mental de toda la población es abrumador. Otra consecuencia es la denominada covid persistente que, según los especialistas, afecta entre el 10 y el 15 por ciento de la población afectada. En el caso de nuestro país, estamos hablando de cerca de un millón de personas en los que esta pandemia puede tener consecuencias en su vida, su trabajo o sus relaciones personales. Una nueva enfermedad crónica que se suma al resto de patologías o incluso tener graves consecuencias permanentes en sus vidas.

 

La vacuna ha supuesto un gran dique para contener esta avalancha, pero el sistema sanitario tiene que ser capaz de afrontar esta nueva enfermedad permanente con la que vamos a convivir todos en los centros de salud y las consultas. Los políticos tienen una mirada muy corta, siguen sin dotar de recursos a la medicina de familia y comunitaria y aunque son conocidas las estadísticas que predicen una jubilación masiva de médicos y enfermeras, aquí nadie asume sus responsabilidades ni nadie se atreve a poner sobre la mesa soluciones a males endémicos como el que se ha demostrado con esta pandemia.

 

Un aviso a navegantes mientras no se asumen responsabilidades, solo resolver problemas a corto plazo. La falta de previsión puede quebrar un modelo que hace aguas por todos lados, donde cada día se dejan la piel los profesionales sanitarios. Si no se dota a nuestro modelo sanitario de recursos humanos y económicos, su quiebra puede afectar al derecho a la protección de la salud. 

 

La Constitución dice que “compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios”. Volvemos a llegar tarde y ya llevamos dos años con esta dichosa pandemia. ¿Seremos capaces de atender todas sus consecuencias? O ¿da igual porque como el modelo hace aguas se puede autorregular? 

 

Una nueva oportunidad que lamentaremos en la siguiente crisis sanitaria y, mientras tanto, sálvese quien pueda.